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«Sin Eureka, mi negocio no sería el mismo»: Dos casos de éxito salidos de iLab

Fundar una empresa es algo retador. Para lo que no se nace, pero para lo que sí se puede aprender. 

La capacitación es necesaria, porque el riesgo de fracaso es muy alto en las empresas, sobre todo al inicio de su creación. 

Por eso, iLab creó Eureka, un programa que le permite a las personas construir una empresa sólida a través de llevarlas de la mano, desde no tener una idea clara de negocio hasta formular una idea innovadora, probar que funciona en el mercado y desarrollar el plan financiero necesario para que esta empresa sobreviva en el tiempo. 

El objetivo de Eureka es que las personas puedan diseñar, crear e implementar sus ideas innovadoras mediante un proceso de asimilación y puesta en práctica. 

Desde el 2015 que se imparte este taller, iLab ha capacitado a 103,000 personas y ha asesorado a más de 30,000 negocios para adquirir la estructura para convertirse en un negocio que resista la adversidad. 

Te contamos dos casos de éxito de personas que han logrado establecer sus empresas y que han encontrado soluciones innovadoras para vender y crecer. 

 

«Si yo no hubiera tomado el curso mi negocio no sería el mismo, iLab fue esencial para su creación”

 

 

María Vázquez es estilista y hace cuatro años aproximadamente, empezó su centro de belleza. Lo hizo con mucho amor, por instinto y sin ninguna estructura, tal como le sucede a millones de emprendedores, no solo en México sino en toda Latinoamérica. 

Ella sabía que quería ir más allá. Que no solo deseaba hacer un centro de belleza, sino quería que sus clientes sintieran que cuidarse a sí mismos era una experiencia trascendente. Y en esa búsqueda, se encontró con Eureka, el curso de iLab que ayuda a los emprendedores a crear una empresa viable, el cual le ayudó a descubrir qué era lo que realmente quería lograr con su negocio. 

 

«Me di cuenta que no solo quería hacer un salón de belleza sino algo con una vertiente de empoderamiento, un punto en el que se relacionaran otros aspectos del ser humano. El taller de iLab fue realmente un elemento muy importante dentro de mi desarrollo, porque es como ir a terapia, empecé a conocer a Maria la emprendedora, la soñadora, sabía que tenía muchas ganas de hacer cosas pero ahí fue donde pude darle un enfoque, ahí lo descubrí. En el curso mi negocio adquirió una personalidad, una esencia», explica.

 

A cuatro años de distancia, su negocio ha crecido y de las cosas que más valoró de Eureka fueron las herramientas que le hicieron entender que darle estructura a una empresa no es tan difícil si se tiene el conocimiento necesario. 

«Si yo no hubiera tomado el curso mi negocio no sería el mismo, fue esencial iLab», asegura.

Hoy, ella está buscando que otras personas puedan seguir sus pasos y está preparando un programa para generar emprendedores en el campo de la belleza. 

«Tanto me ayudó el curso que me generó el espíritu emprendedor y ahora yo quiero proyectarlo hacia otras mujeres que quieran hacer lo que yo hago, quiero hacer más Marías», asegura sonriendo. 

 

“Me demostré a mí misma que puedo hacer las cosas, que no hay límites”

 

 

Cuando su hija se fue a la preparatoria, Irma Fajardo sintió que necesitaba encontrar su propio camino. Estaba consciente de dos cosas: que no podía estar desperdiciando el tiempo en casa y de que le gustaba la repostería. 

A partir de eso, empezó a hacer su búsqueda, encontró unas clases por internet de cómo hacer gelatinas. Fue hace cinco años, cuando nadie se imaginaba que hoy la vida la viviríamos principalmente en línea y que las clases hoy principalmente se dan en internet. 

Luego, encontró el programa de Eureka de iLab, el cual complementó la teoría con conocimientos prácticos sobre cómo emprender su negocio. 

 

«En esa temporada mientras tomaba el curso de iLab y los cursos de repostería y de empoderamiento de la mujer, entendí que había más horizontes. Fue un paso que di, me demostré a mí misma que puedo hacer las cosas, que no hay límites, que uno mismo se pone sus trabas. Cuando empecé a vender las gelatinas me daba pena, pero si no te quitas esas telarañas del miedo, del qué dirán, puedes llegar a donde tú quieras», sostiene. 

 

A partir de eso, Irma fundó Mimis, un negocio de gelatinas, pasteles y repostería. Actualmente, Irma realiza pedidos personalizados, en los que aprovecha su creatividad para entregarle a sus clientes productos únicos y diferenciados. 

Irma era muy tímida, le costaba mucho trabajo desenvolverse y le daba miedo lanzarse a emprender. Sin embargo, en el curso, cuenta, que en el taller de Eureka le obligaban a pasar al frente, a desarrollar sus temas, a preparar un pitch para ofrecer su producto, el cual asegura, fue una de las claves para que su negocio prosperara. 

«Busqué un producto diferente qué mostrar. Había aprendido a hacer una gelatina de queso Philadelphia y mora azul, así que la empecé a mostrar como algo novedoso. Les decía a mis clientes ‘¿has probado una gelatina de queso Philadelphia y mora azul?’ A lo que la gente se sorprendía. El producto era desconocido y eso atraía mucho, esa era mi táctica para vender y la desarrollé gracias a lo que aprendí en iLab», explica Irma. 

Y cinco años después, todavía sigue aprovechando los conocimientos adquiridos al revisar su cuaderno en el que llevaba las notas de lo que aprendió en iLab.

«Estoy muy satisfecha por ver de dónde empecé y hasta dónde he llegado Todo eso me ha servido porque todavía guardo mi cuaderno donde apunté todo lo que me enseñaron en iLab y de repente me echo un clavado para recordar y hacer cosas que me pueden ayudar», asegura.

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