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Biomímesis: Aprendamos de la naturaleza para innovar frente a la crisis climática

Por Sabrina Scolnic*

Hoy no quedan dudas de que la búsqueda de soluciones frente al cambio climático es una necesidad y prioridad, dadas las consecuencias, no solo en el plano ambiental como se puede aún escuchar simplificando la problemática, sino con todas las implicancias en múltiples aspectos: somos un sistema.

El desafío es transformar estos problemas, que han sido generados por nosotros mismos, en oportunidades, a través de la innovación sostenible y con impacto positivo en todos los seres humanos y el planeta. 

Para eso, la biomímesis cobra una gran relevancia en la actualidad y nos presenta un abanico de posibilidades, porque nos urge accionar de manera sostenible y porque contamos con un conocimiento cada vez más profundo acerca del funcionamiento de la naturaleza.

¿Qué pasaría si en el momento inicial de un proceso de innovación nos preguntáramos “cómo resolvería este problema la naturaleza”?

¿Si fuéramos más humildes y no creyéramos que solo las personas podemos crear cosas maravillosas?

¿Si nos permitiéramos explorar, con extrema curiosidad, como cuando éramos niños, el mundo natural en el que vivimos?

Como dice Janine Beynus, especialista y autora de seis libros sobre biomimética, estamos en un “universo competente, rodeados de genialidad”. En este último tiempo fui interiorizándome en el tema y es realmente fascinante.

 

Pero empecemos por el principio: ¿qué es la biomímesis?

 

Es la ciencia que emula las mejores ideas de la naturaleza para resolver problemas humanos creando nuevas tecnologías. El término proviene del griego bio, que significa vida, y mimesis, que quiere decir imitar. 

Resulta difícil encontrar mejor escuela que la naturaleza, que existe hace miles de millones de años y ha desarrollado y optimizado diferentes estrategias de manera eficiente, respetuosa y adaptándose continuamente. 

Los beneficios de la biomímesis cobran relevancia en todo tipo de ámbito: la arquitectura, la medicina, la ingeniería, la moda, el transporte, la energía, la robótica, y otros.  Edificios, autos, trenes, satélites, ropa, todo tipo productos están surgiendo como soluciones o siendo mejorados a partir la propia naturaleza.

En 2005, Beynus creó el Instituto de Biomimesis, que en 2008 lanzó AskNature, una base de datos literaria-biológica de código abierto y similar a una red social, para que la gente registre lo que observa en la naturaleza y sugiera aplicaciones inspiradas en ella. En sus páginas se encuentran diversos casos cuyas observaciones derivaron en nuevas tecnologías. 

 

Algunos ejemplos de biomímesis 

 

Estos son solo algunos de los ejemplos de soluciones creadas a partir de lo aprendido de la naturaleza, que ojalá nos provoquen ganas de conocer más y accionar diferente:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Solo por mencionar otros ejemplos sin más detalle, tenemos el estadio de Beijing inspirado en un nido de pájaros, la creación de un pegamento resistente al agua a partir de la utilización de proteínas de mejillón y que resulta no tóxico, sistemas de alertas inspirados en ojos de insectos y robots basados en el funcionamiento de las hormigas que cargan y mueven toneladas mucho mayores a su peso.  

 

El poder creativo de la naturaleza 

 

Gunter Pauli, emprendedor y escritor belga que trabaja en cientos de proyectos de este tipo, comparte desde su mirada que:

 

“La naturaleza optimiza todo el tiempo, en beneficio de todas las especies. Si seguimos el ejemplo de la naturaleza y comenzamos a optimizar las muchas oportunidades que hay a nuestro alrededor, todo el mundo puede hacerlo mejor. Podemos responder a cada necesidad, una por una, y en paralelo con lo mejor de nuestra capacidad colectiva.”

 

En su libro “Seamos tan inteligentes como la naturaleza”, expone que:

“La naturaleza tiene un modelo de negocio increíblemente eficiente en donde no hay desechos, ni contaminación ni desempleo y se respetan los límites (…), previene la erosión, mantiene la fertilidad del suelo, poliniza y limita plagas y poblaciones. Mantiene los ciclos vitales y la diversidad genética a niveles de productividad que van mucho más allá de cualquier tecnología humana. Para sintetizar la idea, opina que “los aviones son estructuras torpes en comparación con la eficiencia de los colibríes; y que “no hay material más fuerte que la seda de una tela de araña.”

 

Hoy tenemos la oportunidad de pasar de espectadores a solucionadores, cada uno desde su rol. Aplicando la tecnología, inspirándonos y estudiando la naturaleza. Tomando prestadas sus recetas, incorporando su sabiduría. Para volver simple lo complejo, materializando las ideas, haciéndolo escalable, accesible y sostenible. 

 

*Sabrina Scolnic es Directora de Impacto Global en iLab.

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