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¿Por qué emprender para resolver la crisis climática de forma innovadora?

Por Mauricio Cárdenas*

La pandemia nos hizo olvidar a muchos la gravedad de la crisis climática que enfrentamos desde hace décadas con el eufemismo de «cambio climático». La biodiversidad sigue amenazada, las emisiones de gases efecto invernadero sin control, la generación de energía eléctrica y los vehículos siguen predominantemente movidos con combustibles fósiles y la agricultura y la construcción dependiendo de materias primas contaminantes y de recursos no renovables.

Basta con salir a las calles de ciudades grandes y pequeñas y ver los desechos de cubrebocas (o barbijos) tirados en el asfalto. Nos sentimos triunfantes frente al coronavirus porque ya no hay en la mayor parte de las regiones del mundo prohibición de congregarse en lugares públicos o el mandato de protegerse para evitar contagios. Y las vacunas se han encargado de darnos una sensación de falsa seguridad. ¿Cuál es nuestra preocupación como especie después de haber aparentemente superado la pandemia?

Lamentablemente el mismo nivel de urgencia que le dieron los gobiernos a la lucha contra la pandemia no se ha vivido ni se vive aún respecto a la crisis climática que amenaza nuestra propia supervivencia en el planeta, así como la de cultivos que no logran adaptarse a las nuevas condiciones y especies de fauna y flora que enfrentan sin suerte su extinción. Ni hablar de los refugiados climáticos que se han visto obligados a abandonar sus territorios ante la imposibilidad de continuar ganando su sustento en ellos.

Al contrario, situaciones extremas como la guerra de Rusia en contra de Ucrania y los efectos colaterales en el suministro de energía, le han abierto de nuevo las puertas a combustibles contaminantes como el carbón y el petróleo de otras regiones en las que ya se había reducido su producción ante la realidad de mercados que habían empezado su transición energética y en donde se habían tomado medidas para mitigar la huella ambiental de los combustibles fósiles. Ni siquiera los anuncios de que a partir de 2035 las armadoras de vehículos europeos dejarán de producir motores de combustión interna, han desincentivado su utilización de manera significativa.

Es en este contexto en que las iniciativas de apoyo al emprendimiento innovador frente a la crisis climática cobran el mayor de los sentidos. Industrias como la de la energía, la agricultura y ganadería, la construcción, la manufactura y el transporte tienen un largo camino por recorrer para revertir las emisiones acumuladas en la atmósfera que hacen cada vez más desafiante prevenir el aumento de la temperatura promedio más allá de los 1.5 grados centígrados respecto a la era pre-industrial. Ese reto no ha sido tomado en serio ni por la mayoría de los gobiernos ni por las grandes empresas que solo mínimamente han tomado medidas de compensación y mitigación del fenómeno.

En contraste, las nuevas generaciones lideradas por jóvenes como Gretta Thurnberg, Xiye Bastida y Francisco Vera y por ONGs ambientalistas como WWF y Greenpeace, llenan el vacío dejado por los adultos autores y cómplices de la inacción por parte de gobiernos y grandes empresas (se dice que solo 25 de ellas representan el 80% de las emisiones).

En un contexto en que desde el inversionista institucional más grande del mundo (Black Rock) y los llamados fondos de inversión de impacto–sector de mayor dinamismo dentro de la industria financiera global–se promueven proyectos que impacten positivamente la gestión ambiental, surgen programas de apoyo al emprendimiento innovador para catalizar soluciones hasta ahora inexistentes o que han sido archivadas por las áreas de I+D de las grandes empresas para no autocanibalizarse (caso de las grandes petroleras que durante 30 años torpedearon la evolución de la industria de energía solar).

Por lo anterior, nos complace en la Cámara Verde de Comercio –asociación sin ánimo de lucro que nació en 2012 en Colombia y que se expandió a México en 2020 y a República Dominicana recientemente, en representación de la Federación Norteamerica de Cámaras Verdes de Comercio (www.usgreenchamber.com)– anunciar nuestro apoyo a la empresa consultora aliada iLab para la realización de un ambicioso programa denominado ThinkCamp América Latina 2022.

El objetivo es diseñar las soluciones que se necesitan para hacer frente y remediar los efectos del cambio climático, ya sea en forma de producto o servicio, bajo un modelo de negocio circular y regenerativo que permita crear una nueva gama de empresas cuyas estructuras convivan en armonía con los sistemas vivos, bajo alguno de los siguientes 6 ejes: energía, alimentación, transporte, habitat, salud y materiales.

Invitamos a jóvenes con ideas de negocios de triple impacto, a líderes de emprendimientos nacientes y a equipos innovadores dedicados a resolver la crisis climática a integrarse durante 8 meses a partir de septiembre de 2022 a ThinkCamp América Latina 2022, programa en que iLab, la Cámara Verde, Ashoka y la Fundación Avina unirán esfuerzos y canalizarán los aprendizajes de la experiencia colectiva acumulada dándole apoyo a cerca de 50.000 emprendimientos de impacto social y ambiental en Latinoamérica.

También invitamos a empresas, ONGs y agencias gubernamentales interesadas a apoyar financieramente mediante becas a los participantes en el programa. Pueden escribirnos a thinkcamp@ilab.net o a info@camaraverde.org para mayores detalles.

 

*Mauricio Cárdenas es aliado de iLab desde la Cámara Verde de Comercio, además  Latin America Regional Director at LIM, Leadership in Motion, Global Consulting Network in Sustainable Business Strategy, Social Inclusion, and Triple Bottom.

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