En un mundo donde la salud pública enfrenta retos significativos, la innovación en salud se presenta no solo como una opción, sino como una poderosa herramienta de cambio. Cada día, millones de personas encuentran en esta nuevas oportunidades para superar enfermedades que antes parecían insuperables, mientras los sistemas de salud evolucionan para satisfacer la creciente demanda.
En este panorama de transformación, emergen brillantes ejemplos de esperanza en la intersección entre tecnología y salud. Desde aplicaciones móviles que rompen barreras de acceso en comunidades marginadas hasta drones que llevan suministros médicos a las zonas más remotas, el futuro de la salud se está forjando con innovaciones que prometen cambiar vidas y construir un sistema más equitativo para todos, lo cual, en un contexto en el que el Banco Mundial estima que 100 millones de personas caen en la pobreza extrema cada año debido a gastos médicos, es un imperativo.
¿Podría la innovación convertirse en una filosofía de resistencia que desafíe las desigualdades y promueva un acceso equitativo a la salud? La innovación en salud representa un avance tecnológico a la vez que una forma de resistencia ante un sistema que, en muchos casos, ha fracasado en atender las necesidades de las comunidades más vulnerables. Aproximadamente cuatro mil 500 millones de personas, más de la mitad de la población mundial, carecen de acceso completo a servicios de salud esenciales, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Repensar el acceso a la salud con tecnología inclusiva
Un ejemplo concreto es cómo la tecnología puede derribar barreras que históricamente han excluido a comunidades enteras de servicios esenciales. Por ejemplo, el impacto de las teleconsultas en áreas rurales. En lugares donde los médicos especialistas son escasos y los hospitales están a kilómetros de distancia, las plataformas de telemedicina están transformando la forma en que las personas acceden a diagnósticos y tratamientos. En México, un ejemplo innovador en telemedicina es Bitmec, una startup que ha estado implementando cabinas de telemedicina en varias zonas del país, incluyendo Jalisco y Ciudad de México.
Estas cabinas están equipadas con sensores y tecnología IoT para monitorear signos vitales y realizar consultas médicas a distancia. Su enfoque es brindar atención médica accesible y asequible a comunidades rurales y áreas donde los servicios médicos tradicionales son escasos. Bitmec está expandiéndose en México y en otros países de Centroamérica como Guatemala, Honduras y Costa Rica.
Otro ejemplo de esto es Yana, una innovadora healthtech que se ha destacado en el ámbito de la salud mental, ofreciendo soluciones accesibles y efectivas para el bienestar emocional. Fundada en 2017, esta plataforma digital permite a los usuarios realizar chequeos emocionales diarios y acceder a caminos personalizados que abordan problemas comunes como la ansiedad y la depresión.
Con un enfoque en desestigmatizar la salud mental, Yana, que significa “you are not alone”, no estás solo, en inglés, promueve la importancia de cuidar la salud emocional, equipando a los usuarios con herramientas que les ayudan a gestionar su bienestar desde la comodidad de sus dispositivos móviles. La startup ha logrado impactar a más de cinco millones de usuarios en varios países hispanohablantes, incluyendo México, España y Chile.
Este tipo de innovación en salud no solo es una solución rápida ante la falta de infraestructura, sino también una forma de cerrar las desigualdades en el acceso a la salud.
Proyectos de innovación en salud de impacto global que enfrentan la desigualdad
A nivel global, iniciativas como Zipline, una empresa que utiliza drones para entregar suministros médicos esenciales, como sangre y medicamentos, en áreas remotas de Ruanda y Ghana, son un claro ejemplo de cómo la innovación en salud puede ser utilizada de manera efectiva para reducir desigualdades en salud. Zipline se ha convertido en un salvavidas para muchas comunidades que antes enfrentaban largas esperas y dificultades logísticas para acceder a tratamientos urgentes.
En este contexto, otras startups también están marcando la diferencia en el ámbito de la salud digital. Por ejemplo, Abridge utiliza inteligencia artificial para automatizar la toma de notas médicas, lo que permite a los profesionales de la salud dedicar más tiempo a sus pacientes, especialmente en comunidades desatendidas donde el acceso a médicos es limitado, o Cohere Health, otra startup especializada en medicina, la cual mejora el acceso a servicios médicos al agilizar el proceso de autorización previa con las aseguradoras, reduciendo las barreras que a menudo enfrentan los pacientes al buscar tratamientos.
Antes de la llegada de este tipo de soluciones, muchas de las comunidades más alejadas dependían de métodos de transporte lentos o ineficaces para obtener medicinas vitales. Los caminos intransitables y las grandes distancias prolongaban los tiempos de espera, lo que aumentaba los riesgos en situaciones de emergencia. Ahora, gracias a la automatización y la tecnología de vanguardia, pueden recibir tratamientos críticos en cuestión de horas, en lugar de días, permitiendo una respuesta rápida que salva vidas.
El sector salud en México: retos y oportunidades
En México, el acceso a servicios de salud enfrenta importantes desafíos, especialmente debido a la reducción de la inversión pública en los últimos años. A pesar de un crecimiento económico constante, el sistema de salud no ha podido avanzar al mismo ritmo, creando una brecha significativa que afecta a las poblaciones más vulnerables, según explica un informe de Deloitte.
México destina el 5.5% de su PIB al gasto en salud, una cifra notablemente baja en comparación con el promedio de los países de la OCDE, que es del 9.2%. Esto se refleja en una escasez de personal médico y en una cobertura ineficiente de servicios, lo que contribuye a que un 50% del gasto en salud provenga directamente de los bolsillos de los ciudadanos. Además, sólo el 57% de la población está satisfecha con la disponibilidad de servicios médicos.
Pero ¿qué pasa cuando la innovación en salud se utiliza como una herramienta para reducir estas brechas? En lugar de solo mirar hacia el futuro tecnológico con admiración, cada vez más proyectos están mostrando que la verdadera resistencia está en cómo estas innovaciones pueden impactar directamente a quienes más lo necesitan.
Las healthtechs (tecnologías de salud) están emergiendo como uno de los actores clave para cubrir las brechas del sistema de salud mexicano, ofreciendo soluciones tecnológicas que mejoran la atención médica existente y crean nuevos servicios más accesibles, y la creciente expansión de la industria de telecomunicaciones (+4.7% proyectado en 2023) se convierte en una plataforma clave para el desarrollo de soluciones como la telemedicina, que puede transformar el acceso a la salud en áreas remotas o marginadas, según explica este mismo informe.
Proyectos en marcha
En México y América Latina, las oportunidades para el desarrollo de proyectos de impacto social son inmensas, especialmente en el ámbito de la salud, donde persisten retos como la desigualdad en el acceso y la falta de recursos en comunidades vulnerables.
La innovación social y tecnológica se perfila como una herramienta clave para abordar estas problemáticas, con iniciativas lideradas por maestros y profesionales que buscan generar cambios tangibles en sus comunidades, como los que participan en la segunda edición de “Maestros que dejan huella”. Estos proyectos, además de tener el objetivo de mejorar la calidad de vida de los más necesitados, también buscan crear modelos de negocio rentables y replicables que pueden extender su impacto a nivel nacional e internacional.
Uno de los proyectos que aborda este tipo de problemáticas es el trabajo de Alejandro Castañeda Miranda, de la Universidad Tecnológica de Querétaro, quien se ha enfocado en reducir las secuelas graves de los infartos cerebrales. Este tipo de accidente es común en adultos mayores y personas con enfermedades crónicas, dejando muchas veces a los pacientes con una alta dependencia. Su investigación propone soluciones para mitigar estas secuelas y mejorar la calidad de vida post-accidente.
Por su parte, Antonia Torres Hoyos, de la Universidad Cristóbal Colón, está luchando contra la desnutrición infantil en la comunidad de Progreso Mata Novillo, Veracruz. En esta localidad, la pobreza extrema impide que los niños reciban una alimentación adecuada, lo que afecta su desarrollo. El proyecto de Torres busca proporcionar acceso a alimentos nutritivos a la vez que educa a las familias sobre la importancia de una dieta balanceada.
Alma Irina Arzate Herrera, de la Universidad del Valle de México, ha centrado su investigación en el uso desinformado de suplementos alimenticios entre adolescentes. Con el aumento de la presión social por cumplir con estándares físicos ideales, muchos jóvenes recurren a estos productos sin un conocimiento real de sus riesgos. Su proyecto busca crear conciencia sobre los peligros y promover hábitos saludables de nutrición.
En el ámbito de la obesidad infantil, Marcela J. Lozano Luna, de la Universidad Nacional Autónoma de México, está trabajando en una iniciativa para combatir esta epidemia, que afecta a millones de niños en el país.
Otro proyecto destacado es el de Tomás Galicia García, de la Universidad Autónoma de Chihuahua, quien investiga la enfermedad celíaca y la sensibilidad al gluten, que muchas veces no es diagnosticada en México. A través de su trabajo, busca facilitar el acceso a diagnósticos tempranos y ofrecer alternativas alimentarias accesibles para quienes viven con estas condiciones.
Finalmente, Miguel Ángel Flores Villalobos, también de la Universidad Autónoma de Chihuahua, está desarrollando un programa para fomentar la donación voluntaria de sangre. En México, la mayoría de las donaciones son de reposición y no voluntarias, lo que limita el suministro de sangre en situaciones de emergencia. Este proyecto tiene como objetivo aumentar el número de donantes voluntarios, salvando así más vidas y mejorando la respuesta ante crisis sanitarias.
Al aplicar nuevas ideas y tecnologías, es posible abordar desde las enfermedades crónicas hasta la desnutrición infantil, logrando un impacto directo en la calidad de vida de las personas.
Estas iniciativas son un claro ejemplo de cómo el ingenio y la investigación pueden ofrecer soluciones que van más allá de la teoría, adaptándose a las realidades de las comunidades a las que sirven. Enfrentar problemas complejos como la obesidad infantil o el acceso limitado a diagnósticos de enfermedades crónicas requiere una combinación de creatividad y conocimiento profundo de las necesidades locales. Es aquí donde la innovación social cobra un papel crucial, conectando el desarrollo tecnológico con el bienestar humano.