Si eres profesor y estás dispuesto a invertir solo 10 horas de tu tiempo al comienzo de tu curso, tendrás a tu disposición a Jill Watson, una asistente de enseñanza eficiente y versátil que te ahorrará incontables horas y te permitirá dedicarte a ocupaciones estratégicas que te ayudarán a mejorar tu manera de dar clases.
Desarrollada en Georgia Tech en 2016, Jill Watson es una asistente de enseñanza virtual diseñada para responder las preguntas de los estudiantes en cualquier momento y lugar. Mediante su integración con un sistema llamado Agente Smith, los profesores pueden personalizarla ingresando el plan de estudios del curso y participando en una sesión de preguntas y respuestas. Así, Jill adquiere conocimientos y habilidades para brindar un apoyo invaluable a lo largo del curso.
La inteligencia artificial de Jill funcionaba bien y con apoyo de algunos técnicos que mejoraban su eficacia, pero el éxito de Jill Watson se hizo evidente cuando los estudiantes no pudieron distinguir si estaban interactuando con un asistente humano o con la inteligencia artificial (IA) al finalizar el semestre.
Desde entonces, Jill se ha implementado en numerosos cursos, tanto en nivel de posgrado como de pregrado, y en modalidad en línea y presencial. La misión es expandir su alcance y sacarlo de las aulas de Georgia Tech y permitir que más maestros, sin importar su nivel o especialidad, tengan acceso a este asistente de enseñanza impulsado por inteligencia artificial.
Jill Watson es un ejemplo claro de cómo la IA puede transformar la educación. Al reducir el tiempo y esfuerzo necesarios para obtener un asistente personalizado mediante el sistema Agente Smith, los maestros pueden optimizar su labor docente y brindar a los estudiantes una experiencia de aprendizaje enriquecedora y dinámica. Con Jill a su disposición, los maestros pueden alcanzar nuevos niveles de eficiencia y calidad educativa, al tener más tiempo para realizar tareas con mayor valor añadido.
Inteligencia artificial en la educación, una transformación que apenas comienza
Ya sea como asistente, apoyando para ofrecer a los estudiantes una instrucción adecuada a sus necesidades, participando en libros de texto inteligentes, evaluando a los estudiantes u ofreciéndoles la posibilidad de disfrutar de un aprendizaje personalizado, la inteligencia artificial ya está revolucionando el mundo de la educación a nivel mundial.
Expertos en el campo coinciden en que esta tecnología tiene el potencial de transformar la forma en que enseñamos y aprendemos. Según un informe de la UNESCO, la industria de la inteligencia artificial en la educación se estima que valdrá seis mil millones de dólares para el año 2024.
La utilización de esta tecnología en la educación comenzó en la década de los 70, cuando los investigadores estaban interesados en ver cómo las computadoras podrían sustituir la tutoría individualizada, el cual es considerado el enfoque más efectivo para el uso de esta tecnología en la educación.
Los primeros esfuerzos de desarrollar inteligencia artificial fueron realizados en este sentido, y hoy este sigue siendo un enfoque sumamente prometedor para la industria. Bill Gates ya desde 2016 vaticinaba un mundo en el que la inteligencia artificial transformara el aprendizaje con tutores personalizados para cada alumno, y desde entonces, el empresario, a través de su fundación Bill y Melinda Gates, ha invertido cientos de millones de dólares en su desarrollo. Hasta hoy, Gates sigue haciendo declaraciones al respecto y continúa a la vanguardia de lo que sucede en este ámbito.
¿Desaparecerán los profesores?
Partiendo de que cada alumno aprende diferente y de que los profesores están entrenados a identificar las metas de aprendizaje y la forma en la que sus alumnos aprenden, la inteligencia artificial puede ser muy útil para dar este seguimiento –ya que puede registrar cuánto tiempo tarda una tarea y cómo la resuelve el estudiante– y, en consecuencia, ofrecer lo que cada alumno necesita y darle la retroalimentación en tiempo real necesaria, según explica W. Ian O’Byrne, profesor asociado de educación en el College of Charleston, en un texto para el Foro Económico Mundial.
No se trata de sustituir a los profesores, sino de que los alumnos puedan recibir retos y una educación personalizada y adecuada a sus habilidades y metas de aprendizaje.
Por ejemplo, Knewton, una plataforma impulsada por inteligencia artificial en la educación que aprovecha contenido curado para adaptar los planes de lecciones personalizados a los estudiantes a través de su algoritmo de inteligencia artificial, el cual se capacitó con más de 25 mil pruebas para identificar las brechas de conocimiento de los usuarios y cómo podía su contenido remediar esas brechas.
Su algoritmo se ha entrenado mayormente con recursos educativos abiertos, aunque también le permite a los maestros cargar su propio contenido en la plataforma y etiquetarlo para que este lo aproveche.
Debido a que el 90% del contenido educativo de Knewton tiene licencia a través de recursos educativos abiertos, puede mantener sus costos de contenido notablemente bajos. Los estudiantes pueden comprar Alta, su plataforma de educación superior respaldada por inteligencia artificial, por solo 40 dólares, en comparación con el costo típico de un libro de texto universitario. Hasta el momento, Knewton ha sido utilizado por más de 300 colegios y universidades.
Libros inteligentes
Otro ejemplo notable de la inteligencia artificial aplicada a la educación es el de “Inquire”, una aplicación para iPad que combina el popular libro de texto en Estados Unidos, LIFE, con un sistema de razonamiento y representación del conocimiento que responde a las preguntas de los estudiantes sobre el material. Es un proyecto de investigación en curso desarrollado por la Universidad de Stanford, el cual busca que la inteligencia artificial brinde respuestas rápidas y concretas a los estudiantes sobre este libro de textos de ciencia, el cual podría resultar “complejo e intimidante”, según explica el mismo proyecto.
Los libros de texto inteligentes no solo brindan interacciones que tienen los libros de texto digitales tradicionales, como resaltar, subrayar y tomar notas, sino que también intentan comprender por qué los lectores interactúan con los libros de texto, y luego construyen andamios para mejorar las experiencias de lectura, explica sobre este campo el documento titulado “Recent Advances in Intelligent Textbooks for Better Learning”, el cual hace un recuento del desarrollo de estas tecnologías durante la última década.
Los estudios realizados al respecto apuntan a que este tipo de herramientas mejoran el aprendizaje, la motivación el rendimiento académico y la retroalimentación por parte de los estudiantes, además de favorecer el conocimiento de los maestros y su confianza en la enseñanza.
Existen otras aplicaciones de la inteligencia artificial en el área educativa, como la utilizada en la evaluación de los estudiantes. Esta ha cambiado muy poco en las últimas décadas, pero la inteligencia artificial tiene el potencial de transformar la evaluación al identificar patrones en el aprendizaje que pueden no ser evidentes para los maestros, explica O’ Byrne.
Y este pone el ejemplo de Duolingo, una plataforma de idiomas famosa por su uso de inteligencia artificial y aprendizaje automático para crear y calificar pruebas de dominio del inglés. Esta empresa, utiliza esta tecnología para evaluar a alumnos universidades, empresas y agencias gubernamentales, a través de pruebas que empiezan con preguntas estándar, pero que de acuerdo con el desempeño del estudiante, proponen preguntas más difíciles o fáciles para identificar sus habilidades y debilidades y evaluarlas.
Los expertos también ponen la atención en todos los beneficios pero también en los retos que trae la aplicación de esta tecnología, por lo que la propuesta colectiva es la de crear inteligencia artificial centrada en el ser humano, lo que implica que la tecnología se desarrolle con fuertes componentes éticos que eliminan la existencia de prejuicios y discriminación.
Desafíos éticos
En general, esta tecnología tiene muchas implicaciones éticas, y el campo de la educación no es la excepción. En palabras de Kate Crawford, una investigadora en ética de la inteligencia artificial que está trabajando desde hace años en hacer que esta tecnología funcione para el bien, esta tecnología en la educación requiere de un enfoque ético riguroso que aborde cuestiones fundamentales como la privacidad, el sesgo algorítmico y la discriminación, y en este sentido, la investigadora asegura que debemos asegurarnos de que la IA sea utilizada como una herramienta para promover la equidad y el acceso igualitario a la educación.
La equidad y la discriminación también son aspectos éticos críticos en el contexto de la inteligencia artificial educativa. Según Joy Buolamwini, investigadora de IA y justicia algorítmica, la IA puede perpetuar sesgos existentes y agravar las desigualdades en la educación si no se aborda de manera adecuada, por lo que es necesario garantizar que los algoritmos sean imparciales y justos, evitando la discriminación y promoviendo la igualdad de oportunidades.
La responsabilidad, transparencia y políticas claras son aspectos éticos clave en la IA educativa, por lo que es esencial abordar errores y sesgos, así como hacer que los sistemas sean transparentes para comprender las decisiones y los criterios utilizados, y las instituciones educativas, investigadores y desarrolladores deben colaborar para establecer estándares éticos y garantizar la privacidad, equidad, responsabilidad y transparencia.