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Microplásticos: la contaminación invisible a la que tecnología mexicana le está poniendo solución

Que los microplásticos no se vean a simple vista no quiere decir que no existan. Están contaminando el planeta y arriesgando la salud de especies marinas y, en algunos casos, de seres humanos.

“Los microplásticos están en todos lados, incluso en el agua que bebemos”, señala un informe de la ONU al respecto.

Pueden desintegrarse de la basura, la cual más de 60% está constituida por plástico, según la ONU. O haber sido fabricadas de este tamaño para su uso en cosméticos o ropa.

Estas partículas de plástico son tan pequeñas que no son filtrables por las plantas de tratamiento de residuos. De esta manera, terminan mayormente en el mar. Ahí son comidas por las especies marinas e ingresan a la cadena alimenticia humana.

“Debido a que parecen comida, son comidos por peces, anfibios, insectos, larvas y animales marinos, así como por aves marinas y otras especies marinas, bloqueando el tracto digestivo y causando problemas físicos”, explica un documento de la ONU.

Pero no solo contaminan el agua y a las especies marinas,  sino también los suelos. Las partículas que sí son retenidas por las plantas de tratamiento, se almacenan en lodo. Este, a su vez, termina fertilizando tierras de cultivo en las que crecen nuestros alimentos.

Los microplásticos también pueden afectar a los seres humanos

Si bien aún no se ha determinado  el daño por consumo humano, se presupone este es considerable.

“Además de poner en peligro la vida marina, las implicaciones para la salud de los microplásticos en los humanos aún no se conocen por completo, pero se espera que teniendo en cuenta su prevalencia en la ropa, los alimentos, el agua y los cosméticos sea de gran alcance”, sostiene el mismo documento.

Estas pequeñas partículas están prácticamente en todas partes.

En el plancton, en la comida comercial que viene del mar. En las playas, en el agua de grifo e incluso en el agua embotellada.

De acuerdo con un estudio, 93% del agua embotellada mostró algún signo de contaminación por microplásticos. 

El análisis fue realizado por la Universidad Estatal de Nueva York a 259 botellas, repartidas en 27 lotes distintos, de 11 marcas diferentes y compradas en nueve países distintos. 

“El problema con los microplásticos es que no se descomponen fácilmente en moléculas inofensivas.

«Los plásticos pueden tardar cientos o miles de años en descomponerse y, mientras tanto, causar estragos en el medio ambiente”, explica sobre estos materiales la enciclopedia de National Geographic.

La ropa que lavas es una fuente del problema

 Richard Thompson, un científico de la Universidad de Plymouth, fue el primero en detectarla. Demostró la ingestión de microplásticos por parte de animales marinos, además del rol que los textiles y el agua de desecho juegan en la proliferación de estas partículas en el medio ambiente.

Thompson, en  2004, publicó un artículo en la revista Science en el que señalaba una creciente presencia de estas partículas en el ambiente que se evidenciaban en el plancton desde 1960.

Pero una gran parte del problema está en la ropa que lavamos.

Según un análisis de la Universidad de Plymouth, en una carga de ropa lavada en casa pueden ser liberadas más de 700 mil fibras al agua. Estas partículas son tan pequeñas que no logran ser filtradas por las plantas de tratamiento.

De esta manera, terminan en el océano y por última, en el estómago de fauna marina o de seres humanos. Aunque las fibras liberadas pueden ser de hasta un millón 500 mil por carga de ropa lavada, según un estudio publicado en la revista Nature.

“En promedio, en cada ciclo de lavado se desprenden entre 5 o 6 gramos, lo que representa en peso el de una pluma convencional, así que por cada ciclo estamos lanzando una pluma al mar”, explica Arturo Navarro.

Tecnología mexicana al rescate

Arturo es un emprendedor que buscó la solución a este problema. Para ello, creó una de las únicas startups que está atendiendo este problema en el mundo. 

Es egresado del programa Thinkcamp del centro de innovación Ilab y dio vida a Micrastic, una startup que logra limpiar el agua de microplástico. 

El dispositivo de Micrastic logra captar partículas de  hasta cinco micras, es decir, el 99% de microplástico que se desprende del ciclo de lavado. Además, acelera el ciclo de degradación del plástico. De cientos de años, el microplástico se degrada en poco más de tres días.

“Estamos contaminando de una forma muy peligrosa nuestros océanos y ríos. Es un problema que es muy desconocido. Gran parte de la población no sabe que está contaminando así”, explica el emprendedor.

Alrededor del mundo no existen más de cuatro empresas que se dediquen a tratar este problema. En este sentido, esta startup,  ya ha sido reconocida por su carácter innovador al ganar hace unos días el Heineken Green Challenge. 

Este concurso buscó reunir a las mentes más creativas para mejorar el planeta y cuidar el agua.

Heineken premió a la startup con 500 mil pesos que se utilizarán, para patentar el producto en Estados Unidos. 

Ya con anterioridad este ingeniero industrial de 27 años había ganado el Premio Municipal de la Juventud de Tijuana 2019.

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