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La Educación para el Desarrollo Sostenible, un camino que construye respuestas ante los desafíos globales 

En el contexto actual, enfrentamos una «policrisis» identificada por la ONU, que engloba múltiples desafíos interconectados: crisis climática, aumento de desigualdades, conflictos armados y crisis sanitarias. Esta situación no solo afecta nuestro presente, sino que amenaza el futuro, exigiendo soluciones sistémicas y coordinadas que trasciendan las respuestas inmediatas. En este escenario, la educación sostenible emerge como una herramienta clave para construir un camino hacia la coexistencia futura. 

Adolfo Rodríguez, especialista en educación de la UNESCO en México, durante una charla como parte de la segunda edición del programa «Maestros que Dejan Huella», aseguró que esta forma de enseñanza se posiciona como un motor fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y preparar a las nuevas generaciones para prosperar en un mundo de incertidumbre.

 

¿Qué es la Educación para el Desarrollo Sostenible?

La EDS se define como un enfoque educativo que proporciona los conocimientos, competencias y valores necesarios para tomar decisiones informadas y actuar de manera individual y colectiva con el objetivo de transformar la sociedad y proteger el planeta. Como lo menciona Rodríguez, su visión transformadora busca una ciudadanía comprometida, consciente y solidaria, capaz de reconocer cómo nuestras acciones locales impactan al mundo globalmente.

Específicamente, la meta 4.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) destaca que la educación debe promover estilos de vida sostenibles, igualdad de género, derechos humanos y la valoración de la diversidad cultural. 

 

Un mundo en policrisis y el retraso en los ODS

A nivel mundial, solo un 12% de las metas de los ODS han sido alcanzadas hasta ahora, lo que refleja la magnitud de los desafíos globales que enfrentamos actualmente. Este retraso se debe a múltiples factores, como las crisis económicas y sanitarias recientes, entre ellas la pandemia de COVID-19, que han redirigido recursos hacia problemas urgentes y desviado la atención de las metas a largo plazo. 

Asimismo, el cambio climático, la desigualdad y la inestabilidad social han dificultado la implementación de políticas efectivas, especialmente en países con menos recursos. La falta de cooperación internacional también ha sido un obstáculo significativo, impidiendo que los esfuerzos globales avancen al ritmo necesario.

En este contexto, la educación sostenible adquiere una importancia crítica, ya que esta no solo trata de impartir conocimientos, sino de fomentar una conciencia social y ambiental que motive a las nuevas generaciones a tomar decisiones responsables y a involucrarse en soluciones sostenibles para enfrentar un mundo en permanentes crisis de distintos ámbitos. 

El especialista destaca que uno de los aspectos que abarca la educación para la sostenibilidad es la dotación de habilidades esenciales para afrontar los retos complejos del siglo XXI. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, entre estas habilidades se encuentran el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la capacidad de adaptación a contextos cambiantes, las cuales no solo preparan a los estudiantes para entender y mitigar los efectos de las crisis actuales, sino que también les permiten anticiparse a futuros desafíos y colaborar de manera más efectiva en la creación de soluciones sostenibles a largo plazo.

Para lograr esto, es fundamental rediseñar los entornos escolares, transformando las instituciones educativas en espacios sostenibles y resilientes. El concepto de «ciudades del aprendizaje» promovido por la UNESCO propone integrar la educación con el entorno urbano y natural y con las comunidades en las que se inserta, mientras se abordan las formas de exclusión en los sistemas educativos y se proporcionan herramientas prácticas para transformar nuestra relación con el mundo.

 

¿Cómo va México en este proceso?

A pesar de los esfuerzos del gobierno y las instituciones, Rodríguez indica que México enfrenta varios desafíos en la implementación de la EDS. Aunque el país ha adoptado compromisos para la agenda 2030, la integración de la meta 4.7 sigue siendo difícil de medir y aplicar, debido a la falta de información y la complejidad de los indicadores. 

No obstante, asegura el especialista, el país mantiene su compromiso con la Agenda 2030 a través del trabajo coordinado entre la UNESCO, las agencias del Sistema de Naciones Unidas y el gobierno mexicano, buscando implementar decisiones más firmes y creativas para superar estos obstáculos.

El programa «Maestros que Dejan Huella», en el que se llevó a cabo esta charla, ejemplifica la implementación práctica de la EDS en México. Esta iniciativa empodera a los docentes con metodologías innovadoras y promueve la resolución de desafíos comunitarios reales, fomentando una educación inclusiva y equitativa que integra principios de sostenibilidad en el aula.

Actualmente, cerca de 40 profesores de toda la República Mexicana cursan la segunda edición. El especialista de la UNESCO colaboró con los docentes para guiarlos a seguir desarrollando sus proyectos, los cuales buscan resolver problemáticas comunitarias a lo largo del país como la escasez del agua, la falta de educación financiera y el rezago educativo. 

La educación para el desarrollo sostenible es clave para enfrentar los grandes retos globales y construir un futuro más equitativo y resiliente. En México, aunque queda mucho camino por recorrer, el compromiso con la Agenda 2030 y el trabajo coordinado con organizaciones internacionales ofrecen una base sólida para avanzar. Es crucial que tanto los gobiernos como las instituciones educativas y la sociedad en general integren la EDS en sus prácticas, para capacitar a las nuevas generaciones con el conocimiento y las herramientas necesarias para hacer frente a la crisis sistémica que afecta a nuestro planeta.

 

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