En el tejido de la sociedad, las mujeres han enfrentado históricamente un desafío constante: la desigualdad de género, una realidad persistente en muchas áreas y en muchos rincones de México que no puede ignorarse. Por ejemplo, en el país, el 60% de las mujeres carece de conocimientos en Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), según datos de la UNESCO, y esta brecha digital no solo limita oportunidades profesionales, sino que también expone a las mujeres a un riesgo significativo de violencia cibernética.
Concretamente en Colima, como demuestran las estadísticas, 21.4% de las usuarias de internet ha experimentado ciberacoso en los últimos 12 meses.
Ante esta realidad, en ese estado, se desarrolló una iniciativa que ha trascendido las aulas y se ha convertido en un potencial mar de oportunidades para las mujeres. DiLy, un proyecto gestado en la mente de varios jóvenes, y liderado por la profesora Ana Conceza Peralta, el cual ha surgido como respuesta a la brecha digital de género que afecta a más de la mitad de mujeres en México.
Desde la concepción ficticia en un salón de clases hasta la participación en la convocatoria de iLab, DiLy experimentó una metamorfosis. El germen de DiLy se sembró en el aula durante una clase de desarrollo emprendedor. La docente, junto con uno de sus alumnos, identificó una problemática palpable: adultos que enfrentaban dificultades con el uso de la tecnología, desde celulares hasta trámites en línea. La conciencia de esta necesidad dio lugar a la concepción del proyecto, inicialmente pensado como una solución para aquellos con limitados conocimientos tecnológicos.
De esta manera, la visión inicial era abordar la capacitación en tecnología para personas con carencias digitales, pero en el trayecto, pero con el tiempo, DiLy se transformó, enfocándose en el empoderamiento digital de las mujeres.
«La idea original era ayudar a personas que no tenían conocimientos para manejar ciertas tecnologías, pero se fue transformando. Detectamos que las mujeres eran el grupo más afectado por ataques cibernéticos y acoso, y decidimos enfocarnos en ellas”, explica la profesora en entrevista con iLab.
El proyecto no se quedó en el papel. Cuando surgió la convocatoria de iLab, la iniciativa tomó un giro significativo. Se convirtió en una oportunidad para llevar la idea más allá de las fronteras del salón de clases y enfrentarse a los desafíos del mundo real. Estudiantes se unieron al proyecto, pero, como es común en la vida universitaria, algunos quedaron en el camino. Sin embargo, aquellos que persistieron vieron cómo el proyecto se ampliaba y se centraba en una problemática más específica: la brecha digital de género.
DiLy ha sido desarrollada bajo el programa “Maestros que dejan huella”, una iniciativa de la consultora en innovación con impacto positivo, iLab, la cual tiene el objetivo de convertir a los profesores mexicanos en agentes, que a su vez, sean capaces de inspirar a sus alumnos a convertirse en elementos de cambio en sus comunidades. A lo largo del 2023, este programa dotó a profesores de toda la República Mexicana con herramientas de innovación que pudieran ayudarles a liderar el nacimiento de iniciativas instrumentadas por sus alumnos, las cuales tuvieran la intención de generar un cambio social en sus comunidades.
La investigación y la interacción con la comunidad llevaron al equipo de DiLy a una revelación importante: la desigualdad de género se manifestaba de manera aguda en el ámbito digital. La falta de conocimientos tecnológicos entre las mujeres mexicanas no solo limitaba sus oportunidades, sino que también las exponía a la violencia cibernética, una realidad evidenciada por las estadísticas de ciberacoso en Colima.
La transformación completa ocurrió cuando DiLy decidió centrarse en cerrar la brecha digital específicamente para las mujeres. Esto no solo implicaba proporcionar conocimientos tecnológicos, sino también abordar la prevención de la violencia cibernética y el acoso en línea. La iniciativa se convirtió en un faro de empoderamiento digital, ofreciendo soluciones tangibles para fortalecer las habilidades de las mujeres y promover la inclusión digital.
Detectamos los segmentos en los que teníamos que enfocarnos, y llegamos a esa problemática más aterrizada. Nos dimos cuenta de cosas que tal vez no conoceríamos de forma detallada si no prestamos atención, como datos estadísticos y la falta de mujeres en las áreas de Tecnologías de la Información”, explica la profesora.
DiLy no se conformó con ser solo un proyecto educativo. La iniciativa estableció vínculos con la policía cibernética del estado, reconociendo la importancia de la colaboración en la lucha contra la violencia digital, capacitar a mujeres y prevenir ciberataques. Y actualmente, la visión de los alumnos y de la profesora, se ampliaron hacia el futuro, explorando la posibilidad de colaborar con otras instituciones y organismos para ampliar su impacto.
La historia de DiLy es también la historia de Ana y sus estudiantes. El proyecto no solo se quedó en papel; se materializó en un desafío real y palpable. Los jóvenes, en su travesía, descubrieron la complejidad del mundo exterior, pero también la satisfacción de contribuir a solucionar un problema social.
Este es solo un ejemplo de cómo la educación puede ir más allá de las aulas y convertirse en un agente de cambio significativo. Ana Conceza Peralta y su equipo nos recuerdan que, a través de la tecnología y la educación, podemos construir un futuro más inclusivo y equitativo.