Por Víctor Moctezuma*
El motor del crecimiento de un país son los microempresarios y las pequeñas y medianas empresas. Son ellos los que estructuran el comercio y los servicios que activan las ciudades, los que movilizan el flujo de la economía, formal e informal, y los que buscan superar la falta de estructura y muchas veces de planeación a través de su operación, a la vez que activan las finanzas y la productividad de la mayoría de la sociedad.
Sus riesgos diarios son muchos: enfrentar burocracia, inseguridad, una pandemia que amenaza con regresar y la migración del cliente que transitaba las calles y que ahora encuentra desde dispositivos móviles la conveniencia del comercio en línea.
Contrario a lo que puede pensarse, su recurso más limitado no es el flujo de efectivo, sino la atención a planear y hacer sólida una apuesta, explotar una oportunidad y crear para crecer y permanecer vigentes en el largo plazo.
En una enorme mayoría, los negocios que no alcanzan a formular una visión que les dé destino y estructura, y permanecen gravitando en el mismo servicio-mercado y no logran crecer al siguiente nivel.
De esta manera y por su falta de estructura, los microempresarios seguirán siéndolo a pesar de apoyos y capacitaciones, y eso tiene como consecuencia que no se incrementa su posibilidad de supervivencia sino que esta solo se ralentiza y fragmenta, pues todos los actores y competidores están atados al mismo modelo, compitiendo por la atención y el dinero disponible del mismo tipo de cliente.
Integrar en su operación diaria estrategias de digitalización que les ayuden, desde cómo llevar el negocio en línea con un sitio web hasta pasarelas de pago, marketing digital y más, solo funciona como una parte final del proceso. Lo primero y básico es entender si seguirá siendo rentable hacer lo mismo que otros están explotando o si se puede encontrar alguna forma más ingeniosa, sencilla o rentable de resolver el problema de su consumidor.
Aquí hay algunas sugerencias para ayudar a cerrar la brecha que tienen los microempresarios respecto a los empresarios de grandes empresas:
- Identificar las áreas clave que simplificarán el flujo del costo y la eficiencia del gasto, desde algo tan simple como aceptar concentrarse solo en una actividad y crear desde ella cobertura de forma paralela a la actividad tradicional para probar nuevas acciones que descubran mercados.
- Asociarse para superar sus propios desafíos al construir una experiencia para el cliente y construir un servicio integrado con la ayuda de otros proveedores. Esto requerirá una revaluación de todo el proceso del usuario –desde la evaluación de si existe todavía la necesidad por la que fue creado ese producto o servicio hasta el servicio postventa– para determinar qué parte del proceso puede seguir siendo proveído por ellos mismos y si no es así, por quién podría ser.
- Crear un escenario para simplificar la integración de cambios y adopción de tecnología. En esta parte, es importante analizar si es necesario invertir recursos –no solo económicos sino de conocimiento, por ejemplo– y, de ser así, cuál es la forma más ingeniosa de hacerse de esos recursos.
La ventaja de las micro y pequeñas empresas es el mayor conocimiento del cliente que tienen en comparación con sus competidores más grandes, ya que saben la importancia de escuchar a sus clientes y utilizar sus interacciones cotidianas para adaptar y refinar sus servicios.
Cuanto más grande se vuelve una solución, más se aleja de la realidad que llevó originalmente a crearla, pero su tamaño y cercanía les da a estas organizaciones una mayor oportunidad a la hora de comercializar sus productos o servicios, ya que conocen los puntos débiles de sus clientes y, por ende, cómo responder a ellos de formas originales.
Además, estos negocios pueden adaptarse y probar fórmulas que integran tecnologías y servicios mucho más rápido. Los competidores más grandes o menos adaptados a menudo están atrapados en una infraestructura compleja, y tienen muchas áreas o funciones involucradas en la respuesta, lo que hace que las cosas se muevan muy lentamente.
A partir de esto, la agilidad que tengan los micro y pequeños empresarios para responder a los cambios depende de la mejor posición que se tenga en el análisis y prueba de lo que es necesario entre lo que es deseable hacer, porque ideas pueden tener muchos; agallas para implementarlas solo contados.
Agregar tecnología sin planeación ni una estrategia bien estructurada es igual que tener la idea, pero no la precaución de simularla antes de implementarla: son buenas intenciones sin correcta ejecución.
*Víctor Moctezuma es empresario y emprendedor social y fundador de iLab, cuyo trabajo es lograr que las empresas, universidades, gobiernos y personas, logren reinventarse haciendo que sus ideas sean rentables, sustentables y escalables.
Con más de 20 años de experiencia profesional y graduado de diversos programas de innovación y Emprendimeinto en MIT ha sido directivo en compañías multinacionales y reconocido como fellow por Ashoka Innovación Social.