A Tang Min, algunos le llaman el “padre de la expansión de la educación” en China. Durante 17 años trabajó en el Banco Asiático de Desarrollo como economista, pero al jubilarse, se propuso invertir su tiempo en algo que él consideraba realmente valioso: disminuir la brecha en la educación de su país.
En esa nación, la disparidad en la educación entre los pobres y los ricos es evidente. Las escuelas rurales, por ejemplo, no cuentan con los recursos para contratar maestros de calidad o capacitar a los que ya tienen. Es entonces cuando Min ideó una solución audaz: convencer a las mejores escuelas primarias y secundarias de Beijing y otras grandes ciudades chinas para instalar cámaras de video en sus aulas y permitir que las escuelas en áreas rurales remotas y pobres accedieran a sus lecciones a través de enlaces de video en línea.
Los docentes en las escuelas rurales tenían dos opciones: adaptar las clases según el nivel de conocimiento de sus alumnos o transmitir en tiempo real las clases, permitiendo a los profesores de las ciudades fungir como tutores para los estudiantes rurales. De esta manera, el programa de enseñanza YouChange ha contribuido a reducir la brecha educativa entre algunas de las regiones rurales pobres de China y sus áreas urbanas más prósperas, según diagnostica un texto del Foro Económico Mundial.
Este es solo un ejemplo del creciente potencial transformador de la tecnología para abordar desigualdades sociales y promover el desarrollo sostenible. En el siglo XXI, diversas tecnologías están transformando nuestra forma de vivir, brindándonos nuevas oportunidades para un futuro más inclusivo y sostenible.
Tecnología y desigualdad, van de la mano
Una de estas tecnologías es la Inteligencia Artificial (IA), que está impulsando la automatización y toma de decisiones inteligentes en distintas áreas, entre estas la medicina. Los diagnósticos asistidos por IA pueden mejorar la precisión y la eficiencia en la atención médica, lo que lleva a mejores resultados para los pacientes, sobre todo en grupos minoritarios.
Expertos de la Universidad de Loughborough, en el Reino Unido, diseñaron un sistema basado en IA para analizar informes de investigación de maternidad y extraer datos, basados en un conjunto de códigos, que sean capaces de identificar factores que contribuyen al daño durante el embarazo y el parto de las mujeres de color, un grupo que tiene cuatro veces más probabilidades de morir en el parto que el resto de las mujeres.
Desde el acceso a la educación hasta la inclusión financiera y el empoderamiento económico, los proyectos tecnológicos han demostrado su capacidad para disminuir la brecha social y brindar nuevas perspectivas a comunidades desfavorecidas. Tecnología y desigualdad se han convertido en un binomio que sirve para transformar vidas y comunidades enteras.
A nivel global, numerosos proyectos están demostrando su eficacia en temas educativos y más allá, como la igualdad de género y la participación femenina en la tecnología. Otro ejemplo es Technovation Girls México, un programa que enseña habilidades de programación y emprendimiento a niñas y jóvenes para convertirse en líderes de la industria tecnológica.
El programa nació originalmente en Silicon Valley en 2006, y hoy opera en más de 120 países. Tara Chklovski, su fundadora, se dio cuenta de que por cada 100 hombres en la fuerza laboral, hay solo 66 mujeres, las cuales además están subrepresentadas en el área tecnológica, uno de los motores más rápidos para cambiar al mundo e impulsar la economía. La organización planea empoderar a través de la educación tecnológica a 25 millones de niñas en los próximos 15 años.
En la tecnología está la esperanza
De esta manera, en la tecnología depositamos muchas de nuestras esperanzas para alcanzar un futuro más sostenible para todos. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera a la tecnología un “pilar” fundamental para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una hoja de ruta global para abordar los desafíos más urgentes del planeta.
La sentencia de la ONU es clara: “para erradicar la pobreza y reorientar las actuales trayectorias de desarrollo insostenible durante el período 2015 a 2030, se deben desarrollar y difundir ampliamente soluciones tecnológicas asequibles en los próximos quince años».
Malala Yousafzai, la joven activista por los derechos de la educación que fue galardonada con el premio Nobel, asegura que la tecnología juega un “papel clave” para atravesar situaciones críticas como guerras y represiones.
“A veces puede que no te des cuenta, pero un dispositivo electrónico puede desempeñar un papel muy importante en la vida de una niña, permitiéndole tener acceso a la información… podemos usar la tecnología y su apoyo y todos los recursos que tenemos para crear conciencia y garantizar que las mujeres estén empoderadas y las niñas reciban educación”, asegura.
Además, la tecnología puede facilitar el acceso a servicios básicos como atención médica, servicios financieros y energía. Mediante aplicaciones móviles y plataformas en línea, las personas pueden acceder a servicios de salud remotos, realizar transacciones bancarias, acceder a fuentes de energía renovable o mejorar la productividad agrícola en áreas rurales o de difícil acceso. Un claro ejemplo es WeFarm, una plataforma de mensajería SMS que empodera a los agricultores, quienes pueden compartir conocimientos, hacer preguntas y recibir asistencia técnica para mejorar su productividad y no parar de producir alimentos.
Asimismo, esta puede ser un aliado en la protección del medio ambiente. Proyectos como Lord of the Trees utilizan drones equipados con cámaras de alta resolución y algoritmos de aprendizaje automático para monitorear y proteger áreas forestales de manera más eficiente, contribuyendo así a combatir la deforestación.
Un potencial todavía por explorar
La tecnología se ha erigido como una poderosa fuerza para cerrar la brecha social y promover un futuro más equitativo y sostenible, por lo que tecnología y desigualdad son dos términos que hoy cada vez más deberán ir de la mano. Proyectos innovadores, como el programa YouChange en China y Technovation Girls en México, demuestran cómo la tecnología puede transformar y empoderar a comunidades desfavorecidas.
Asimismo, el potencial de la inteligencia artificial, la accesibilidad a servicios básicos a través de plataformas digitales y el uso de drones para proteger el medio ambiente son ejemplos elocuentes de cómo la tecnología puede impulsar cambios positivos en nuestra sociedad.
La tecnología tiene el poder de derribar barreras y crear oportunidades sin precedentes para comunidades marginadas en todo el mundo. A medida que continuamos explorando nuevas posibilidades y desafíos, es esencial aprovechar el potencial transformador de la tecnología para construir un mundo más justo y próspero para las generaciones venideras. La revolución tecnológica apenas está comenzando, y su impacto en la sociedad seguirá siendo profundo y trascendental.