Desarrollar una idea para que pase de la intención a formarse como un negocio, nunca será un trabajo aislado, ya que las ideas se nutren de diversas perspectivas, conocimientos y experiencias que conducen a volverlas viables.
Por Víctor Moctezuma
Steven Johnson en el libro “Where Good Ideas Come From”, argumenta cómo las ideas elaboradas desde una discordancia de voces y colaboraciones terminan siendo las más valiosas y disruptivas.
Acostumbrados a las historias de éxito del emprendedor que consigue que su visión triunfe triunfar a pesar de tropiezos y circunstancias, dejamos de lado los detalles sobre cómo otros intervinieron en ello, cuidando de detalles y dando los espacios para que esta visión se creara y se llevara a la práctica. Estos aportantes fungen como mentores de la idea y del desarrollo de esta.
La tutela de la visión se apoya en este rol de mentor que actúa muchas veces desde la sombra, en la que están para nutrir tanto a las personas como también a las ideas.
Estos mentores proporcionan retroalimentación para deconstruir el proceso de la idea y procuran las preguntas incómodas para conectar necesidades con conceptos y con quienes estas puedan vincularse. De forma adicional, estos mentores pueden dar ese momento de aliento y fortaleza cuando la visión se vea comprometida.
De esta forma, se construyen conceptos en redes más amplias, apalancados por la experiencia y la oportunidad de atraer otros recursos desde la experiencia.
Este tutelaje tiene la capacidad de llevar lo bueno a lo grande, beneficiando al equipo de desarrollo y al visionario, y generando una relación virtuosa que activa al mentor como parte activa del proceso de innovación.
La relación mentor-visionario se define a partir de la duración y la profundidad que engloba la misma. Transferir experiencia a acciones obliga a reflexiones para alinear cómo hacerlo posible y qué instrumentos e implicaciones deberá contemplar.
La duración, si es perfilada como una acción parte de la estrategia, va más allá de concluir en el resultado de un plan y se convierte en un proceso que acompaña la evolución del proyecto y al visionario, el cual se nutre de discusiones que le generan una tensión creativa propositiva orientada a escalar el objetivo del negocio.
Reintegrar conocimiento a la organización
La mayoría de las empresas que han establecido programas de mentoría recurren a los ejecutivos senior para tener espacios de diálogo con algunos talentos en formación, lo cual permite apoyar la construcción de carreras profesionales y la retención de ese talento clave.
Prácticas más ambiciosas generan una combinación de acciones, que van desde formar parejas de desarrollo, es decir, dos talentos en diferentes áreas que puedan acompañarse en el proceso de aprendizaje y que estén apoyados por un ejecutivo retirado que aporte la experiencia técnica y los hilos finos de la cultura organizacional.
Otros programas recurren a una bolsa de externos que profesionalmente desarrollan procesos de acompañamiento y conversación sobre los retos de la organización desde la perspectiva de otras industrias, todo esto con el objetivo de construir agendas de desarrollo para explorar oportunidades de crecimiento personal y profesional.
Entre los aspectos clave en cualquier modelo de mentoría, se encuentra la consistencia en la práctica, el respeto al ejecutarla dedicando el tiempo necesario y los modelos adecuados para que las conversaciones se transformen en acciones y por último, la selección de los participantes en relación a la identificación del mentor adecuado, interno o externo.
De la mentoría a la colaboración
Las prácticas como existen actualmente se definen más como consejería y acompañamiento, y tienen espacio para evolucionar en procesos que persigan atraer y apalancarse del conocimiento de otros. Modelos en los que se definan asociaciones que construyan valor desde una forma diferente de resolver el mismo problema, colaborando entre sí y anclándose en las experiencias y conocimientos de cada uno.
A medida que los emprendedores y las empresas se vuelvan cada vez más abiertos a las ideas y a mirar los problemas desde perspectivas amplias, aprovecharán realmente la oportunidad para reformular la solución y la manera de abordarla. Al final, esto será el resultado de una innovación abierta y en constante adaptación.