Víctor Moctezuma*
En un mundo caracterizado por la constante incertidumbre y la urgencia de evitar riesgos, la capacidad de imaginar se vuelve más valiosa que nunca. TULU, una startup que ha comprendido esta necesidad, ha creado una solución revolucionaria.
Mediante el uso de códigos QR, TULU ofrece a los residentes de cualquier edificio la posibilidad de alquilar una amplia gama de artículos, desde máquinas de coser hasta sillas plegables, aspiradoras, impresoras o consolas de videojuegos. Además, ofrece opciones de micromovilidad como scooters, junto con una nanotienda que vende alimentos y artículos para el hogar.
Recientemente, la startup cerró una exitosa ronda de financiación de 20 millones de dólares y actualmente opera en 15 ciudades de Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, Países Bajos e Israel.
Ya sea debido a presiones macroeconómicas, condiciones políticas o la necesidad de mantenerse a la vanguardia de la adopción de inteligencia artificial, habrá una nueva generación de modelos de negocio. Estas empresas serán más ágiles en su operación, integrarán tecnologías para desarrollar productos y servicios innovadores, y trabajarán de manera diferente a lo que estamos acostumbrados. Han logrado reescribir sus antiguas reglas, adoptando nuevos modelos organizativos y alineando sus modelos mentales de acuerdo con su visión.
La imaginación, con su capacidad de crear, evolucionar y aprovechar modelos mentales en escenarios o situaciones que aún no existen, se convierte en el factor crucial para crear oportunidades y nuevos conceptos que promuevan el crecimiento.
A lo largo de la historia, las empresas visionarias han demostrado su capacidad para liderar el cambio y aprovechar nuevas oportunidades. Un ejemplo icónico de esto es el lanzamiento del primer iPod por parte de Apple en 2001, justo en medio de una recesión económica en Estados Unidos. A pesar de las circunstancias, Apple se comprometió a crear la siguiente fuente de riqueza y explotar una oportunidad de negocio antes que otras empresas como Sony, Palm Pilot o incluso Microsoft.
En tiempos de incertidumbre, es crucial desafiar el status quo y permitir que la imaginación guíe nuestro camino. Esta nos permite crear un espacio de trabajo libre de las restricciones impuestas por el presente y reinventar nuestra noción de valor.
Si bien es importante atender las emergencias, resulta vital activar los mecanismos de supervivencia y romper con la inercia para tomar una posición y diseñar el cambio.
Para lograrlo, es necesario establecer un ritmo de reflexión que solo puede alcanzarse cuando los conceptos desafiantes del status quo demuestran tener el suficiente peso como para ser considerados.
La imaginación, si no se pone en práctica, se desvanece en mera especulación. Por eso debemos destinar recursos a nuestras intenciones de ser audaces y rebeldes. Las conexiones creativas solo se vuelven evidentes cuando las sometemos a prueba.
Tomemos como ejemplo la problemática del pan sobrante en los supermercados. En Bélgica, el minorista orgánico Bio-Planet se planteó qué hacer al respecto y descubrió que al mezclar el pan con aserrín se crea un medio de cultivo donde los hongos pueden crecer. Después de 6 semanas, el producto se empaca y se coloca en los anaqueles listo para su comercialización.
El espacio de la imaginación resultará inútil a menos que permitamos convertir la imaginación en práctica. Debemos construir lo desconocido y compartirlo.
El desafío más complejo radica en movilizar a las organizaciones hacia una acción coordinada y agresiva de cambio. Por eso entendemos que la innovación es un proceso de cambio planeado, que surge de las aspiraciones individuales y se activa por las necesidades grupales de supervivencia y realización.
La imaginación se propaga al saltar entre mentes que acogen, con una mezcla de entusiasmo y escepticismo, los foros, talleres y conferencias que sirven para fomentar un lenguaje e intenciones comunes de cambio. Serán las acciones las que nos convenzan: abrir jerarquías, permitir la experimentación y ampliar los límites de lo que consideramos aceptable en términos de asumir riesgos.
A pesar de la urgencia por salvar recursos y la emergencia del momento, es crucial abrirnos a la experimentación.
La construcción de escenarios puede convertirse en un espacio creativo dentro de las restricciones actuales, permitiéndonos abordar ciertas interrogantes. ¿Si tuviéramos que comenzar desde cero, en qué áreas sería rentable concentrarnos y qué evoluciones serían deseables?
¿Qué nos revela el escenario y la dirección del cambio respecto a las industrias que se están construyendo? ¿Si nos enfocamos en un problema específico del mercado, quién sería el aliado menos habitual para considerar asociarnos? ¿Qué oportunidades pueden experimentarse como escenarios de cambio? ¿Quiénes entre nosotros están mejor preparados y quiénes necesitarán adquirir un nuevo paradigma?
La imaginación nos impulsa a construir una realidad propositiva, y el papel de los líderes es el de un optimismo pragmático. Aunque las circunstancias sean difíciles, es alcanzable si mantenemos la mente fría y nos situamos a un costado de la realidad, explorando opciones desde cero y sin apegos. La imaginación y el espacio que requiere nutrir no son un lujo, sino una necesidad imperante para construir el futuro.
*Víctor Moctezuma es empresario y emprendedor social y fundador de iLab, cuyo trabajo es lograr que las empresas, universidades, gobiernos y personas, logren reinventarse haciendo que sus ideas sean rentables, sustentables y escalables.
Con más de 20 años de experiencia profesional y graduado de diversos programas de innovación y Emprendimeinto en MIT ha sido directivo en compañías multinacionales y reconocido como fellow por Ashoka Innovación Social.