El contexto importa a la hora de buscar soluciones innovadoras 

Los que estamos inmersos en actividades empresariales buscamos alguna fórmula para la diferenciación y que esta sea la base para el crecimiento, no solo del negocio si no de los recursos de la organización y sus talentos.   Por Víctor Moctezuma Para diferenciarnos nos sumamos a grupos de interés, nos enrolamos en cursos de actualización, […]

Mariana F. Maldonado

Periodista especializada en innovación.
Sep 20, 2021

Los que estamos inmersos en actividades empresariales buscamos alguna fórmula para la diferenciación y que esta sea la base para el crecimiento, no solo del negocio si no de los recursos de la organización y sus talentos.

 

Por Víctor Moctezuma

Para diferenciarnos nos sumamos a grupos de interés, nos enrolamos en cursos de actualización, atendemos a conferencias o nos especializamos, cuando en realidad lo que necesitamos es confrontar creencias y expandir contextos; trasladar nuestras experiencias en el tiempo y proyectar cómo lo que sabíamos puede tomar formas diferentes cuando nos exponemos a nuevos estímulos, como otras áreas de expertise, nuevas tecnologías, industrias, ciencias o culturas organizacionales.

El contexto importa. Es un elemento nuevo que se debe insertar en los procesos de liderazgo y de gestión y que se debe incorporar en la capacidad de comprender los límites de nuestro conocimiento, para que de esta manera se pueda adaptar este conocimiento a diferentes entornos. 

Hacerlo va a permitir jugar con modelos y experimentos mentales en los que las hipótesis rompan la tolerancia a bloqueos autoimpuestos y en los que la experimentación de la información oriente la exploración de diversas oportunidades de resolución, incrementando así la concepción de las opciones disponibles.

El trabajo más difícil es vencer la resistencia de los modelos mentales que ya se tienen y la inercia de lo común, es decir, del proceso de pensamiento tal como se ha establecido. 

Se necesita estar abierto a las ideas, pero la restricción es el tiempo, porque nos damos poco para dedicarlo al aprendizaje pues, o bien confiamos en la experiencia o solo buscamos atacar las consecuencias inmediatas de las situaciones sin profundizar en las causas. Estamos inmersos en la inmediatez o la escasa tolerancia al riesgo, ya sea a nivel personal y más aún a nivel organizacional.

Al enfrentar una situación nueva tendemos a referirnos a los hechos y a categorizar las consecuencias e interpretarles desde la experiencia, simplificando sus ramificaciones.

Simplificar lo complejo es natural, solo que simplificar no debe llevarnos a minimizar, sino que es importante darse el tiempo para visibilizar y decidir incorporando información de un contexto ampliado, lo cual recupera información que de otra forma sería descartada o dada por obvia.

Debemos hacernos de nuevos modelos mentales y construir una mejor base desde la cual generar hipótesis para visualizar escenarios, probar suposiciones y experimentar para aprender, ya que desarrollar el valor de decidir no solo depende de la velocidad de respuesta si no de la correcta interpretación del entorno y la interpolación de diversas opciones y consecuencias sobre los resultados.

Hay que fomentar el hábito de escanear el entorno para acercar contenidos e ideas. Es importante crearse un momento durante el día –y hacerse de un espacio físico, que puede ser una carpeta o archivo para ‘coleccionar’ datos, noticias, artículos– durante el cual garabatear sobre las notas de conversaciones y hacer anotaciones al margen de algunas ideas que se tengan por explorar.

Desde este collage se inicia la ampliación del contexto en el que el asunto a analizar está inmerso, y si estas piezas de información provienen de áreas muy diferentes de la naturaleza de nuestros intereses, mucho mejor.

Algunas preguntas a tomar en cuenta pueden ser, ¿qué información se marca como tendencia?, ¿cuál es el tema central de las conversaciones de los que considero expertos?, ¿de quiénes o de dónde se hacen de información esos expertos?

Si pasamos en promedio 94 horas a la semana conectados a internet, según un estudio de Nielsen del año pasado, esto puede tener un doble beneficio. 

A la par que empezamos a reservar un par de horas a explorar y coleccionar contenido de calidad, también los algoritmos de las redes tenderán a exponernos más hacia este tipo de fuentes, y desde ahí, empezar a buscar por temas específicos será un paso natural que nos llevará a plataformas como Quora, por ejemplo, donde se remiten preguntas y los usuarios facilitan con su experiencia la solución. 

Otra posibilidad para seguir buscando información puede ser la exploración de otros formatos, como de audio o video en plataformas como Open University o The Knowldge Project.

El paso que sigue es generar una lista de preguntas que tiendan a ahondar en la exploración, que provoquen que las consultas evolucionen a conversaciones o discusiones que, aunque acaloradas, expandan el criterio y fomenten la visualización creativa de la situación.

Después viene replantear la situación o problema en palabras simples y precisas, apoyadas por nuevos argumentos y conclusiones. Este proceso articula respuestas que ya habrán integrado perspectiva, contexto y que recuperarán información desde distintas fuentes para perfilar mejor la posible solución.

 

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