Fracaso y emprendimiento: Por qué es los emprendedores enfrentan mejor la incertidumbre si fracasan

El fracaso y el emprendimiento suelen ir de la mano, así que es importante entender que equivocarse ayuda a aprender y a hacerlo mejor la siguiente vez.

Mariana F. Maldonado

Periodista especializada en innovación.
Mar 8, 2022

Fundar una empresa nunca ha sido fácil y en México y América Latina, no es la excepción. Los emprendedores se enfrentan a muchos retos que les dificultan llevar adelante sus proyectos. Así que, de alguna manera, el fracaso y el emprendimiento suelen ir de la mano.

De acuerdo con la “Radiografía del emprendimiento en México”, realizada por la Asociación de Emprendedores de México, 68% de los emprendedores que hoy tienen una empresa, ya ha tenido con anterioridad una que fracasó.

Las razones son múltiples. La primera, es la falta de conocimiento del mercado (34%); a eso le sigue la mala administración del negocio (32%). La falta de financiamiento (22%) es otro aspecto que hace que las empresas cierren sus puertas.

Pero más allá de las razones por las que las empresas naufragan, el fracaso no solo implica que las empresas tengan que cerrar sus puertas, sino que trae muchos aprendizajes para los emprendedores que deben aprender a capitalizar.

 

“Con el fracaso los empresarios no solo aprenden mucho sobre sí mismos y la desaparición de su empresa, sino también sobre la naturaleza de relaciones humanas, el entorno más amplio en el que se desenvuelven y los ‘puntos de presión’ del proceso empresarial”, sostiene un estudio titulado “Entrepreneurial learning from failure: An interpretative phenomenological analysis”.

 

 

Fracaso y emprendimiento, van de la mano, y duelen

Es importante decir que aprender del fracaso no viene sin daños emocionales para los emprendedores.

“En muchos casos, el fracaso de una empresa puede equipararse con la ruptura de una relación única o con un duelo, y conlleva sentimientos abrumadores de dolor y pérdida, que hacen al emprendedor preguntarse, ‘¿de dónde salió todo mal?'”, explica este mismo estudio.

Todo esto puede traer impactos negativos en la percepción de autoeficacia y en la propensión a tomar riesgos.

Pero, después de un tiempo, hay una recuperación del duelo y una capacidad de aprender de la experiencia. Este lapso depende de cada emprendedor, porque lo que para unos puede tomar unas cuantas semanas, para otros puede implicar varios años.

Sin embargo, el fracaso representa una oportunidad.

 

“La importancia del fracaso como una experiencia fundamental de aprendizaje de ensayo y error puede ser utilizado como un instrumento para aumentar las posibilidades de éxito futuro”, sostiene la investigación realizada por Jason Cope del The Hunter Centre for Entrepreneurship.

 

Así que cuando el fracaso y el emprendimiento van de la mano, a la larga, hay una mayor oportunidad de que, a la siguiente ocasión, el emprendedor tenga más oportunidades de prosperar y tener éxito.

 

¿Qué se puede aprender del fracaso al emprender un negocio?

El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), realizó una recopilación de experiencias de varios emprendedores destacados que tuvieron fuertes tropiezos en el camino de emprender para entender qué es lo que les había enseñado el fracaso.

Entre estos, está una inversionista que aprendió de dos inversionistas que no quisieron invertir en su empresa la manera de darle forma a su estrategia en el futuro, porque las razones que los inversionistas les dieron para no invertir en su empresa le llevó a mejorar. Tuvo que diferenciar más su producto para hacerlo más vendible en el mercado.

Otro emprendedor aprendió que él y sus socios habían estado desarrollando soluciones en busca de problemas. Es decir, que desarrollaron productos funcionales pero lo hicieron solo con base en sus propias suposiciones, no en un estudio del mercado. Este emprendedor entendió que es esencial diseñar siempre soluciones para problemas que sufren sus consumidores.

Uno de ellos entendió que la contratación correcta es la clave del éxito, porque seleccionar correctamente a las personas que te van a acompañar es esencial para no incurrir en procedimientos desordenados, gastos excesivos y en una cultura de trabajo sin capacidad de autosostenerse.

Pero en general, en este ejercicio, todos los emprendedores concluyen que el fracaso para ellos ha sido el camino al éxito que fueron capaces de cosechar tiempo después de haber fracasado.

 

Aprender del fracaso

“Es importante evitar los fracasos, pero es igualmente significativo abrazarlo y aprender lecciones importantes de él para evitar repetir los mismos errores en el futuro”, sostiene este documento del WEF.

En este sentido, en el ideal, lo mejor sería evitarlo, pero esto es imposible. Hay incluso estudiosos del tema que aseguran que los emprendedores deben incorporar al fracaso como un aspecto más de lo que implica emprender.

Y como la evidencia ya ha señalado, el fracaso es una de las formas de aprender a enfrentar la incertidumbre, debido a que a más experiencia hay la posibilidad de actuar mejor en un futuro.

Si bien no es posible evitar el fracaso del todo, sí es posible reducir las posibilidades que suceda. Una de las formas de hacerlo es el conocimiento, un aspecto cuya carencia (34%) provocó el naufragio de las empresas.

Mientras más conocimiento tengan los emprendedores y los empresarios de los desafíos a los que han de enfrentarse en la arena del emprendimiento, más posibilidades tendrán de estructurar sus empresas a prueba de golpes de incertidumbre.

Los empresarios y emprendedores de América Latina necesitan aprender a equivocarse pero no solo eso, sino a que cada error aporte fortaleza a la organización.

A diversificar sus fuentes de ingresos y a generar más productos y servicios personalizados y que puedan atender a distintos mercados. Necesitan aprender a generar nuevas ideas de negocio y a probarlas al menor costo, porque eso evitará una exposición muy alta al riesgo.

En este camino, seguramente el fracaso aparecerá. Este será inevitable pero habrá sido una manera de prepararse para fortalecer a la empresa y ayudarla a enfrentar los embates de una economía como en la que vivimos, en la que la incertidumbre es la única constante. El fracaso y el emprendimiento son un binomio inseparable.

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