Pink and Green, un proyecto liderado por una docente comprometida con la economía circular que busca transformar la gestión de la ropa y promover la movilidad social de su comunidad 

La industria de la moda es responsable de 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero por lo que es urgente reducir la contaminación que genera. En. Pabellón de Arteaga, hay una profesora que, desde su trinchera, se ha dado a la tarea de combatir el problema. Esta es su historia.

Mariana F. Maldonado

Periodista especializada en innovación.
Mar 22, 2024

Entre el ajetreo de la vida diaria, hay algo que a Itzel le ha llamado la atención de manera especial desde hace mucho tiempo: en las calles de Pabellón de Arteaga, Aguascalientes, hay montones de ropa usada que se desecha sin contemplación, la cual las personas suelen amontonar cerca de los contenedores de basura.

La imagen de prendas desgastadas y olvidadas ha rondado sus pensamientos de manera recurrente, llenándola de un sentido de urgencia y propósito. ¿Cómo podía ser que algo tan común como la ropa usada se haya convertido en un símbolo de desperdicio y contaminación en su comunidad?

En su casa tenía cuatro bolsas de basura llenas de ropa, las cuales no se atrevía a tirar, por lo que buscó la manera de donar la mayoría de esas prendas  a los migrantes que pasan por la zona como parte de su travesía hacia Estados Unidos a bordo del ferrocarril apodado “La bestia”. 

Fue entonces cuando la chispa de la inspiración se prendió y decidió tomar acción para evitar que la ropa usada siguiera acumulándose en las calles, contribuyendo al problema global de la contaminación ambiental. 

La industria de la moda plantea un desafío monumental en términos de sostenibilidad ambiental. Contribuye al 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y consume alrededor de 215 mil millones de litros de agua al año. 

Además, es responsable del 9% de las cantidades anuales vertidas de microplásticos en los océanos. Esta situación es exacerbada por el fenómeno del fast fashion y el consumo desmedido de recursos, lo que ha llevado a una problemática de contaminación derivada de la producción y desecho de prendas de vestir.

Ante este panorama, Itzel, que es profesora del TecNM Campus Pabellón de Arteaga, decidió apoyarse en sus alumnos para encontrar una solución innovadora que no solo abordara el problema inmediato de la gestión de la ropa usada, sino que también brindara oportunidades para el empoderamiento de las comunidades locales.

Con esta determinación, Itzel se embarcó en un viaje hacia la creación de  Pink and Green, un proyecto con un enfoque hacia los principios de la economía circular, y que promueve la reutilización, reparación, renovación y reciclaje de prendas de vestir. 

Mediante esta iniciativa, se busca no solo concienciar sobre la problemática, sino también crear un modelo eficiente de gestión de la ropa, fomentar el autoempleo y brindar acceso a una mejor calidad de vida para sectores vulnerables a través de programas de impacto social.

 

Itzel siempre ha sido apasionada por la moda y realizar este proyecto ha sido para ella la oportunidad perfecta para impactar a través de la transformación de una industria que le apasiona.

 

Esta iniciativa propone varias vertientes para su implementación: establecer un centro de acopio donde se revise, separe y organice la ropa; crear un esquema de trabajo para reducir la cantidad de ropa hasta su mínima expresión, generando la menor cantidad de residuos; emplear personas de grupos vulnerables para la realización de cada actividad, ofreciendo una alternativa de movilidad social; y aplicar un ciclo de desecho que vaya desde la donación inicial hasta el upcycling. 

Estas estrategias buscan gestionar eficientemente la ropa, fomentando el consumo consciente y sostenible, y promoviendo oportunidades de empleo y capacitación para grupos vulnerables.

Este proyecto destaca por el impacto positivo en la movilidad social de las personas, ya que incluye la realización de talleres destinados a grupos vulnerables, como madres solteras, personas de la tercera edad o individuos que han salido de prisión. Estos talleres buscan capacitar a los participantes en la práctica del upcycling, que consiste en transformar prendas de ropa en nuevas creaciones, fomentando así la creatividad y el empoderamiento. 

Además de brindarles habilidades prácticas, estos talleres representan una oportunidad para generar ingresos adicionales, ya sea como un ingreso extra o como una fuente de ingresos principal, dependiendo del grado de desarrollo y dedicación de los participantes. 

De esta manera, se busca no solo ofrecer una alternativa de movilidad social, sino también promover la inclusión y mejorar la calidad de vida de estos grupos vulnerables a través del autoempleo y la capacitación.

El proceso no ha estado exento de desafíos. Desde la búsqueda de espacios adecuados para el centro de acopio hasta la navegación a través de la burocracia para poder empujar la iniciativa con las autoridades municipales.

“A veces me siento agobiada, otras veces contenta, e incluso en ocasiones me embarga la sensación de que podré cambiar el mundo. Es un trabajo sumamente interesante y gratificante”, sostiene la profesora en entrevista con iLab. 

Esta iniciativa se encuentra actualmente en una etapa de planificación y gestión administrativa. La docente está realizando esfuerzos para obtener un espacio adecuado dentro de su universidad que funcione como centro de acopio para la ropa. Además, se encuentra buscando activamente el apoyo de las autoridades municipales para implementar el proyecto, a la vez que con alumnos de la institución está desarrollando campañas de concientización sobre el consumo responsable de ropa. 

Al año, se deshechan millones de toneladas de ropa que terminan contaminando el ambiente.

 

El próximo paso es lograr que el proyecto garantice su continuidad a través de su implementación con la ayuda de alumnos cursando su servicio social.

“Estoy enfocando mis esfuerzos en transformar este proyecto en un programa de servicio social dentro de la escuela. La idea es que no esté limitado a un grupo específico de estudiantes, sino que esté disponible para cualquier estudiante que quiera participar en estas actividades”, asegura la profesora. 

Con miras a finales de año, se proyecta que estas gestiones culminen en la puesta en marcha del proyecto. Pink and Green tiene un gran potencial para escalar y expandirse más allá de Aguascalientes. Con la mirada puesta en proyectos similares en otras partes del mundo, como una tienda de ropa usada en la Ciudad de México que promueve el intercambio y el upcycling, el equipo de Pink and Green ve un futuro lleno de posibilidades,  en el que incluso instancias gubernamentales pudieran amplificar el impacto de esta iniciativa.

“Esta iniciativa podría incluso convertirse en un estandarte de campaña, ya que no solo se trata de brindar empleo a mujeres, sino de alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y promover un impacto positivo en la comunidad. Creo firmemente en el potencial de este proyecto y estoy trabajando con sumo cuidado para que pueda funcionar de la mejor manera posible y trascender más allá de un proyecto temporal. 

“Mi objetivo es generar conciencia sobre el consumo responsable de ropa, fomentar la compra de prendas de mejor calidad y promover la práctica del upcycling, que no solo beneficia al medio ambiente, sino que también puede generar ingresos adicionales para quienes participen”, sostiene la profesora. 

Cada paso, no importa su tamaño, puede marcar una diferencia en la lucha contra la contaminación y la desigualdad. Pink and Green no solo aspira a transformar la forma en que se gestiona la ropa usada, sino también a inspirar un cambio positivo en las actitudes y prácticas de consumo que transcienda lo inmediato.Su impacto potencial va más allá de los límites de una comunidad o una región, lo que ofrece una visión esperanzadora de un futuro más sostenible y equitativo para todos.

 

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