Por Víctor Moctezuma*
Tendemos a orillar a que la creatividad nos haga el milagro de las nuevas ideas, buscando que el cambio que se logre no sea tan dramático como para alejarnos de los recursos conocidos, y que sean herramientas de diseño como el design thinking y la innovación los recursos que resuelvan los problemas.
Sin embargo, la creación de soluciones que resuelvan verdaderos problemas del mundo no busca aplicar un solo modelo, herramienta o proceso creativo, porque las respuestas no llegan por decreto ni a partir de algo pre-empaquetado, sino que exigen una transformación mucho mayor.
No hay mayor ilusión que la falsa certeza que puede resultar de una mal ejecutada agilidad, como podría ser la aplicación de una herramienta de innovación pero que no implique realmente un cambio profundo en el paradigma imperante.
Las respuestas que buscamos demandan exploración y mejores y más ambiciosas preguntas. Los desafíos deben despertar la curiosidad para traer diversidad de perspectivas porque, en contextos complejos, rara vez hay un solo punto de vista o camino para abordar un problema.
La exploración y no solo la creativa deconstrucción de variables hace visible lo invisible, y es necesario que en esta exploración, la comprensión entre capas de las relaciones de consecuencias que en sí conllevan posibilidades exista, porque es esta la que agregará más potencial al rango de solución que se busque llegar.
Los nuevos desafíos son invitaciones para explorar a partir de la curiosidad, en un mundo donde todo se cree conocido, predecible, ordinario y, a veces, aburrido. Apelamos a la exploración desde la curiosidad, para ayudar a abordar desafíos y problemas de manera que agreguen capas de complejidad (en lugar de restar), permitan posibilidades (en lugar de reducir), diversifiquen puntos de vista y permitan emerger estrategias y acciones únicas al momento que se enfrenta.
Abordar esta posición conlleva tener curiosidad a partir de la humildad, pues no se sabe el destino y se busca aprender sin hoja de ruta, aunque se puedan conocer personas y se pueda tener la noción de los ecosistemas, la infraestructura, los sistemas de trabajo y los de jerarquía que determinan valores y significados bajo un contexto específico. En este sentido, el desafío es reenfocar el contexto desde otras posibilidades no concebidas.
Puede que la idea tenga algunas características, pero sin la posición de perspectiva adecuada, se está demasiado lejos para comprender todas las relaciones que están en juego. En estos casos, concluir cualquier cosa por deducción o extrapolación se convierte en un error.
Varios contextos, desafíos o problemas se pueden encontrar cerca unos de otros porque pertenecen a un grupo coherente de contextos relacionados entre sí, de manera que comparten orígenes, pero no evolucionan a la misma velocidad.
Sin embargo, es el que soluciona quien tiene el control de la velocidad a la que establece relaciones y visiona los desafíos. Los contextos inciertos y complejos pueden mostrar hipótesis contradictorias, desde las que surjan patrones qué identificar, por lo que necesitamos mapear para dar sentido y comprender interacciones, relaciones, influencias, etc.
Un mapa adecuado es aquel que brinda suficiente información relevante para dar dirección y aclarar la toma de decisiones, y se compone de una colección de información diferente, descripciones, características, etc. que ayudan a describir (y permite compartir la comprensión de) lo que vemos desde diferentes perspectivas, y que ayuda a describir elementos estructurales, como personas, actividades, procesos, productos, etc.
La pregunta es: ¿cómo podríamos cambiar las relaciones entre los diferentes elementos? A veces esto requiere hacer visible lo invisible y permitir que surjan debates y colaboración en torno a un nuevo entendimiento. A veces requiere un medio más directo, como una hipótesis, un experimento o un cambio en los procesos. Y a veces requiere lanzar en paralelo diferentes acciones para aumentar las posibilidades del impacto positivo.
*Víctor Moctezuma es empresario y emprendedor social y fundador de iLab, cuyo trabajo es lograr que las empresas, universidades, gobiernos y personas, logren reinventarse haciendo que sus ideas sean rentables, sustentables y escalables.
Con más de 20 años de experiencia profesional y graduado de diversos programas de innovación y Emprendimeinto en MIT ha sido directivo en compañías multinacionales y reconocido como fellow por Ashoka Innovación Social.