Emprender es una decisión que conlleva incertidumbre, pero lo es más si no se minimiza el fracaso. Y para hacerlo, antes de salir al mercado –ya sea una empresa que busque comercializar un producto o servicio– realizar un prototipo es esencial.
Pero, ¿qué es un prototipo?
Una definición –de iLab– sobre prototipo:
«Un prototipo es una muestra temprana, modelo o versión de un producto construido para probar un concepto o proceso».
Este término se usa en muchos contextos (como el diseño, la electrónica y la programación de software) además de en el emprendimiento. En este último, se usa para probar, refinar y validar las ideas e hipótesis que se generaron durante la creación del proyecto.
De esta manera, es muy probable que cada vez que este prototipo se revise, surjan evaluaciones y replanteamientos del proyecto, los cuales identifiquen problemas que deben ser solucionados antes de salir al mercado. Este momento es excelente para afinar y apuntar bien antes de empezar a operar.
El objetivo de realizar un prototipo
Este es, fundamentalmente, el de ayudar a refinar el producto o servicio de una manera realista que permita que este pueda ser probado con los consumidores y mejorado ya con base en esta experiencia.
Porque para esta etapa, si bien el producto o servicio está diseñado ya, no es hasta que se crea físicamente cuando se le encuentran los verdaderos errores y la prueba y error es uno de los mejores antídotos contra el fracaso.
Para decirlo de otra manera, el prototipo es la forma más efectiva de demostrar la validez de la propuesta de valor. Esta es aquello que hace único el servicio o producto que ofrece una empresa. Esta propuesta la hace especial porque resuelve el problema o el dolor de sus clientes de una forma en la que nadie más lo hace. Un prototipo permite probar que eso que se creía que hacía único al servicio o producto, efectivamente lo es.
Por supuesto, este muchas veces dista de ser igual al producto final –puede ser de alta o de baja fidelidad– pero siempre debe incluir los elementos básicos para que el emprendedor, el inversionista y el usuario potencial tengan una idea de las fortalezas y debilidades del producto.
Para ello, antes de hacer un prototipo es necesario tener claras las características del producto y qué es lo que se quiere probar realizándolo.
El papel del cliente
Para recopilar las características del producto que está buscando el usuario es necesario recolectar con ellos mismos los requerimientos que buscan en un producto o servicio de ese tipo. Aunque no haya mucha información, es importante construirlo. Esto para demostrar la funcionalidad de aquello que se va a vender y no solo eso, sino para construirlo con base en las necesidades que exprese el usuario al respecto.
Los requerimientos del usuario que se deben tomar en cuenta son aquellos que serán visibles para el usuario final. Lo que se debe materializar con un prototipo es el diseño del producto, para que este, en manos del futuro consumidor, pueda ser probado y, con base en la retroalimentación, mejorado una y otra vez.
De esta manera, es muy importante el papel del cliente en el proceso de elaboración del prototipo, debido a que en estos días, es inadmisible salir al mercado sin construir un producto con base en las necesidades del cliente.
Hacerlo es muy peligroso porque se gastan muchos recursos. Estos pueden ser económicos, pero también de tiempo, por ejemplo en construir algo que no se ha probado. Y del cual, además, no se tiene claro si encajará en lo que los usuarios están buscando.
Si tu empresa ofrece un servicio y quieres aprender cómo se hace un prototipo de servicio, da clic aquí.